La sonrisa del City de Pellegrini

Manuel Pellegrini no es un hombre de sonrisa fácil. Ayer no pudo evitar un amago de carcajada cuando un periodista le preguntó en la rueda de prensa si estaba decepcionado porque su equipo no había marcado más goles con tan soberbia actuación. El Manchester City acababa de dar un baño de juego y actitud a su rival acérrimo. El United, huérfano del puño de acero de Alex Ferguson, pecó de una inédita falta de intensidad, a excepción de un Rooney omnipresente pero de carácter convulso en los momentos de mayor frustración.

El abultado marcador quedará registrado en los anales de los célebres derbis de Manchester. El último precedente en casa del City, por 5-1, se remontaba a septiembre de 1989 en el Maine Road, cuando Ferguson aún no contaba con la aprobación de los escépticos. El escocés reconoció que aquel día prefirió encerrarse en casa y echar las persianas como si fuera un criminal. En la memoria reciente estaba el 1-6 de Old Trafford que Ferguson catalogó como «el peor día de mi vida». Fue una tarde de otoño de 2011, pero los goles tardíos de los visitantes fueron producto de la desesperación de los diablos rojos por una victoria.

En los últimos años mucho se ha escrito sobre un cambio de guardia en la jerarquía de la ciudad de Manchester, dominada históricamente por los diablos rojos, coincidiendo con la llegada de la fortuna de Abu Dhabi a las arcas del City. Ayer los citizens mostraron una superioridad aplastante de principio a fin comparado con aquel 1-6 de urgencias postreras. La mejor noticia para Pellegrini fue ver cómo sus jugadores depositaron una fe ciega en su propuesta. Comenzando por el juego en las bandas. El City de Mancini era criticado por su empeño en atacar en forma de embudo. Con la llegada de Jesús Navas, el técnico chileno ha abierto el campo de acción al servicio del talento de sus hombres. Las incursiones del ex sevillista a la derecha y de Samir Nasri a la izquierda, apoyados en Zabaleta y Kolarov, descosieron al United por los costados.

La temporada pasada Nasri fue el hombre señalado por Mancini por defender mal una falta a balón parado de Van Persie que supuso la derrota del City en el derbi de Manchester en el mismo escenario. El francés fue el chivo expiatorio del italiano en su extenso catálogo de excusas. Ayer el ex jugador del Arsenal soltó una sonrisa de liberación cuando ejecutó el cuarto gol de la tarde después de haber participado en los tres previos, incluido un taconazo de libro a Kolarov que fue el preámbulo del primer tanto de Agüero.

El City ha enviado un mensaje contundente a sus rivales en la pelea por el título. Ahora cuenta con los mimbres de una idea sólida al servicio del talento elaborada por Pellegrini. La sonrisa de Nasri, de sus compañeros y de su técnico eran el reflejo de la sonrisa del City.